domingo, 17 de abril de 2011

Instante en fuga


Camino en la madera descalza. No reparo en esos papeles con colores que viven; que se mueven sin pies, hablan sin boca, miran sin ojos.
La costumbre los ha refugiado entre sus crueles brazos, cambiando sus colores, volviéndolos grises. Nadie repara en ellos, nadie ve lo que fueron. Puertas abiertas al pasado, puertas abiertas al presente. Fueron risas, miradas, sueños;  ahora solo son sentimientos aturdidos.
Un  instante, estoy parada en el umbral del pasado.
Risas o llantos no se distinguen desde afuera; qué fue el momento, qué es el momento. Desde lejos, solo es una caja vacía. Desde cerca, es el pasado esperando que la velocidad se detenga para invadir mis pies, mi madera, mis papeles de colores.
La velocidad se detiene. Todo se vuelve gris y suave, desdeñado y nostálgico. Los latidos y las voces se escuchan a lo lejos; toco la perfección de lo inerte por algunos segundos. La realidad me empuja hacia el umbral de lo que es. El verde, azul, amarillo nunca parecieron tan desvaídos y revoltosos; los grises tan vivos me capturaban con su quietud.
Di la vuelta, miré la puerta ahora cerrada. ¡Lo sé! Estoy condenada a vivir en un mundo bullicioso, donde no hay espacio para el pasado, solo para el presente. Los grises que vivieron y viven encerrados en una caja vacía, solo existen en las fotografías.