miércoles, 3 de agosto de 2011

Melodía sin fin

Me doy cuenta que soy una melodía que ningún músico puede leer, incluso su autor. Mezclando crecendos y diminuendos casi contradictoriamente. Porque nací en un lugar iluminado de letras, plumas y tintas donde la razón y la ilusión cubrían el cielo. A las letras que ya dentro del útero una voz dulce y servicial me repetía, se sumaron las melodías, y a las melodías las danzas. Y cuando jugaba mis pies se movían a la melodía de la naturaleza, y cada crujido y ladrido era una nota que me indicaba como moverme. Mi casa era sonido y luz, nunca había silencio y en ella dibujaba con mis pies melodías sin papel. Y cuando fui creciendo, mi paso marcaba el ritmo, y mis brazos empezaron a bailar al compás del viento, nada me impedía de marcar mi propia música, nada era mejor que ir a mi manera, componiendo cada pedazo de mi vida. Y Mi ciudad, mi cuadra, mi familia, todo lo que me rodeaba contribuía a cada movimiento de mi sinfonía. El arte en todas sus formas rige mi vida. Cada lugar, cada persona, cada objeto contiene una pizca de arte que lo hace bello en su forma y que es bello en su simpleza o complejidad. El arte es mi forma de expresión; letras, música, fotografía, danza, pintura, escultura, arquitectura, etc que hacen mi vida girar y girar cual bailarina de ballet en su caja musical. Todavía sigo escribiendo, todavía sigo bailando, todavía sigo componiendo, todavía no me canso de decir que el arte me fascina como los colores de un ocaso sin fin. Nada puede mejorar la forma de expresar la cultura, los sentimientos, los momentos, los lugares, los tiempos, las vidas, las muertes, los sentimientos de la manera que lo hace en arte, que es reflejo de la historia del hombre y que es vida en cada parte.