martes, 28 de junio de 2011

Aguas II

Pasó el tiempo, y cada uno en su orilla. Ya no nos mirabamos, ya no nos tocabamos, y nuestra piel se volvía áspera. Intentamos construir un puente que nos manteniera unidos para siempre, y mientras lo hacíamos el mar se volvía azul. Madera a madera, al principio, felices. Pero avanzaba el puente y vimos que nuestro mar ya no era nuestro mar, y el puente ya no era puente. Y con las miradas vacías entendimos que no eramos "nosotros", era "vos" y "yo"; ya no nos bastaba una mirada para sentirnos y nos hartamos de nuestra piel. Extrañábamos la perfección. Nos hundimos en el mar azul, revuelto y frío, tratamos de nadar, tratamos de tocar nuestra piel, pero no podíamos recuperar a nuestro mar. El mar que nos había unido ahora nos separaba. Nos dimos cuenta que nuestro mejor refugio ya no estaba. Decidimos alejarnos y que la marea destruya el puente. Cuando nuestro mar rojo decida volver, tal vez solo ahí nos encontraremos de vuelta en sus aguas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario