martes, 6 de julio de 2010

Pequeñas luces

Esas pequeñas luces la seguían ahora, ella lo sabía porque las estaba viendo, buscando que la sigan. Con ellas se distraía, ellas la aislaban de su realidad. Ella sabía que nunca las iba a ver de cerca, estaban muy lejos, aunque aquello fuera en contra de su deseo. Le daban paz interior, y aunque a veces las perdía de vista, sabía que iban a volver, como siempre lo hacían.
Todo se movía a su alrededor con sus propios ritmos, pero no le importaba, no le importaba porque encontraba en ese mundo una belleza que nadie encontraba. Con sus ojos, todo se distorcionaba, y la ciudad sus propios colores y olores, inexplicables. Ella encontró en sus calles, en su movimiento, algo estático. Algo que le capturó el alma. Eran ellas, las que había perdido de vista desde hace tantos años.
Ellas le recordaban a su infancia, cuando esos ojos inocentes veía los árboles moverse a una velocidad que no entendía, y de repente las veía ahí acompañándola cuando nadie lo hacía. Tan diminutas y tan importantes para ella. La acompañaban, le hacían aflorar sentimientos que había ocultado, esperando ese momento para ser liberados. Eran hermosas, solo por su simplicidad, por su aparente color ¿Como sé que no son diferentes de como las veo? se preguntó. Ella en el fondo sabía que no era solo lo superficial, ellas eran hermosas por dentro. Pero nunca la dejarían entrar en ellas, su presencia se lo adviertía. Desistió, olvidandose de esas luces blancas y negras a la vez. No, en algún momento volverían, en el justo momento en que las necesitara. 


Quiero encontrarlas.

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