martes, 11 de mayo de 2010

Ingenua felicidad.




Felicidad es lo que sentí cuando me dijiste que no era ni soy tu amiga, felicidad es lo que sentí cuando me dijiste por primera vez te quiero, aunque te costó de una manera impresionante, lo sentí tan real, tan factible, tan hermoso. Nunca me había sentido así, en un estado de éxtasis permanente que solo vos podés revertir, nunca conocí una persona en tan poco tiempo como a vos. Solo a vos quiero llegar a conocer, la gente en la calle me es imperceptible. Mi mente solo es feliz pensando en vos. Y la tristeza, la impotencia de no saber lo que querías al decirme que no era conveniente en tu vida en esta situación de tu vida, se convirtió en felicidad al decirme que lo que realmente querías es estar conmigo. Lo que me reprimía, lo que no entendía, lo que me deprimía desapareció para volver a ser ese éxtasis, tan necesario en mi vida ahora, que es como una droga. Sos como una droga. No puedo vivir sin tener mi dosis diaria. Mi dosis diaria de tus chistes, de tu alegría, de tus preocupaciones, de tus historias, de tu diversión, de tu voz de dormido, de tu espontaneidad, de tus enseñanzas, de lo que te hace feliz o triste, de lo que te enoja, de tus conmociones, de tu sensibilidad y comprensión, de tus delirios. Los dulces y coherentes delirios, lo que me prometes, las indirectas consecuencias que sé que no se van a llegar a concretar. Te quiero es una de las palabras que te puedo decir, por estar tan agradecida de hacerle tanto bien a mi vida, de sonreír frente a las malas situaciones. Sé que vamos rápido. Vos lo sabés, yo también ¿Entonces para qué negarlo? Hagámoslo bien, sin pesar en las consecuencias, actuemos como mejor sabemos, espontáneamente. Es lo más importante. Entonces no me niegues el placer de poder tenerte, porque vos ya me tenés. Estemos el uno para el otro, como sabemos hacer. Solo va a salir, no hace falta pensar, entonces entendeme, y no pienses en lo que puede pasar, pensá en lo imposible, pensá en lo que te hace bien, y encuéntrame ahí en el fondo de tu corazón como una parte de lo que necesitás para estar completo en un día normal, entendé que soy yo quien necesitás en el momento que menos creés que alguien te va a apoyar, porque vos bien sabés que yo voy a estar ahí, como quieras que esté. Pero no te olvidés nunca que la vida nos sorprende y nos hace fuertes y débiles a la vez. Así que ríndete, hacia lo que te hace bien, porque sé que te hago bien, tanto como vos me hacés a mí.
Qué pero qué ingenua que fui. Esas ideas ahora no caben en el mismo mundo en que te puse. Tan frágiles, lejanas. 
La capacidad humana de reflexionar es impresionante, porque ahora esas ideas (no muy bien expresadas creo) ya no las puedo asociar con él. Pero como la gente dice, las palabras se las lleva el viento y esta no es la excepción.
So, good bye.

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