miércoles, 5 de mayo de 2010

tiempo de armar.

Sí, las palabras salen frecuentemente de mi boca. El habla, algo tan primitivo, tan importante. Una de las formas de expresarse, una de las formas de comunicarse entre tantas otras. Sí, me gustan las palabras. Me gusta combinarlas para darles ese sentido y esa sonoridad tan indescriptible. Pero también me gusta lo que transmiten por lo bajo. ¿Qué es lo que quieren transmitirnos? Por sí solas, nada. Ahora cuando las combinamos, armamos, casi como un juego, es ahí cuando toman el significado. El deseado o no, no es importante. Mágicamente sonidos combinados pueden formar en la cabeza de uno, un objeto, un sentimiento, una sensación, etc. Simplemente mágico.

Sí, las palabras. A ellas voy a usar, para expresar lo que estoy sintiendo.

Ayer, una situación se me presentó. Me encontraba en una escuela ajena a mi realidad. Y sorprendentemente, esa realidad me ofrece diferentes posibilidades, sensaciones y sentimientos que nunca antes me había presentado la mía. Resulta extraño, ya que mi realidad es muy valorada en la sociedad. Casi englobada por así decirlo. Pero no por eso, es mejor que otras. Sí, será más rica en ciertos valores como la honestidad de nuestras acciones. Pero hoy por hoy, lo real no está muy presente en ella.

Ayer, ayer, ayer. No pude creer que unos enanitos con una sonrisa imborrable iban a poder hacerme emocionar como ayer. Nunca me sentí tan valorada. Cercanía, calor, ternura fue lo primero que encontré en esos nenes. Ganas de querer, divertirse, aprender otras de las tantas cosas que encontré en cada uno de ellos. Cada uno, con su inquietud, con su anhelo, con su cariño. Cada uno, tan diferente. Tan ajenos a mí y tan cercanos.

Quiero destacar, como una personita puede cambiarle el día, hacerlo feliz. Y eso se hace notar. Son esos nenes, que cuando nos estábamos yendo, querían saludarnos, para poder reencontrarnos el próximo martes. No hay experiencia igual. Saber que tal vez quedes en el recuerdo de una persona que puede no tener la vida que más deseo. Solo saberlo te reconforta. Y lo que parecen problemas, no los son realmente, son solo pequeños obstáculos. Esos “enanitos” que cuando por última vez me sonreían con una sonrisa de oreja a oreja, saludando con sus pequeñas manitos. Esos enanitos me alegraron el día. Ellos, yo sé que van a ser ellos que cada martes me van a alegrar aunque sea con una pizca de su energía. Gracias a ustedes los nenes de primer grado división A. Gracias a Risolía, gracias por esta experiencia tan inigualable. Solo con un día de ella, me capturó. Gracias.

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